El
primer conflicto laboral de la CNT desde la proclamación de la república supuso para los anarcosindicalistas la
constatación de que había cambiado el régimen pero no las
condiciones de la clase trabajadora. La república de
la ilusión comenzaba a volverse “realista”.
Antecedentes
Durante
la dictadura del general Primo de Rivera los servicios telefónicos
del Estado fueron dados a una empresa estadounidense la American
Telephone and Telegraph (ATT). El contrato mediante el cual se
establecían las condiciones para dar el servicio, eran
extremadamente favorables a la compañía y fueron consideradas como
un auténtico abuso de poder. Entre otras cosas, la Compañía
quedaba exenta del pago de toda clase de impuestos y tributos
del Estado.
Por
ello, la situación de la Compañía de Teléfonos de España fue un
argumento más con el cual los republicanos atizaban a la débil
dictadura i decadente monarquía española. En abril de 1930 el
socialista Indalecio Prieto en una conferencia
en el Ateneo de Madrid prometió que una vez proclamada la república
esta declararía el contrato y las condiciones ilegales. Llegó a
decir que la situación de la Telefónica y de sus trabajadores era
la de una colonia de Estados Unidos.
El
ambiente en la empresa era tenso y antes de la proclamación de la
república hubo un conato de huelga, se habían producido numerosos
despidos, pero el Comité revolucionario, que trabajaba por el cambio
de régimen, hizo desistir a los
trabajadores.
Después
del 14 de abril de 1931 y con la república proclamada la situación
seguía igual. O mejor, si tenemos que dar crédito a las palabras
del representante más acreditado de la compañía que declaraba sin
tapujos: “A mi compañía le han ido mucho mejor los negocios que
ha establecido en las repúblicas, que no en las monarquías (...)
Usted no sabe la fuerza que tiene un cheque en blanco, con una firma
solvente en esta clase de repúblicas”.
Con
la llegada del nuevo régimen la mayoría de los obreros de teléfonos
se afiliaron a la CNT creando el Sindicato Nacional de Teléfonos.
Ello supuso un cambio en las
relaciones
laborables dentro de la Compañía de Teléfonos de España. Hasta el
momento no había existido ningún sindicato de teléfonos y, como
era lógico, las reivindicaciones laborales no tardaron en surgir. La
empresa habituada a hacer y a deshacer a su antojo las rechazó de
plano negándose a cualquier negociación.
La
huelga
A
principios de 1931 se había creado en Barcelona el Sindicato
Nacional de Comunicaciones y el 11 al 16 de junio de 1931 se celebró
el III Congreso de la CNT.
Como
hemos dicho más arriba, la tensión entre la patronal y los
sindicatos eran grande puesto que la primera se negaba a negociar con
los obreros. Dispuestos a ganar sus derechos los obreros de la CNT,
en principio solo ellos, se declararon en huelga el 4 de julio. De
los 7000 empleados, 6200 se declararon en huelga. La intención era
paralizar el
servicio
de telefonía y hacerse oír. La huelga fue un éxito rotundo en
Sevilla, Zaragoza y Barcelona, de desigual resultado en el resto del
Estado. Los socialistas, en el poder, optaron por intentar paliar los
efectos y enviaron afiliados a la UGT a prestar sus servicios a
ciudades como Madrid y Barcelona para intentar restablecer la
normalidad.
Se
trataba de proteger los intereses de una compañía extranjera y dar
un mensaje de “estabilidad” a los posibles inversores de la joven
república. Los socialistas incluso llegaron a acusar a los
huelguistas de intentar sabotear la celebración de las elecciones a
Cortes. Los antiguos compañeros de conspiración pronto olvidaron a
sus aliados y sus promesas.
El
7 de julio son detenidos los miembros del comité de huelga. Se
producen actos de sabotaje: el dia 9 se cortan las líneas de
conexión internacional, una bomba daña la central de Sevilla y
fueron voladas las antenas de la compañía en Amposta. El 17 de
julio son detenidos en Vizcaya varios simpatizantes con los
huelguistas acusados de sabotaje.
El
22 de julio se producen sabotajes en Murcia y Barcelona. En Barcelona
los saboteadores cortaron el tráfico y retuvieron a los peatones a
una distancia prudente para que nadie sufriera daño mientras
explosionaba la bomba.
Por
otro lado, el nefasto ministro de gobernación Miguel Maura no cejó
de utilizar cualquier medio para reprimir a los huelguistas. Esto dio
como resultado el hecho de que se disparase contra los obreros sin
mediar previo aviso.
Ante
este hecho, el resto de los trabajadores que se habían mantenido al
margen se unieron a los
huelguistas
de la CNT. Viendo que el conflicto se les iba de las manos, los
socialistas propusieron que mediara el Gobierno. El ministro de
Comunicaciones era el socialista Fernando de los Ríos. La CNT aceptó
este arbitraje. Después de diversas reuniones
el
ministro dictó un laudo, en gran parte favorable a la empresa, en el
que se reconocía el derecho a los obreros de tener un contrato de
trabajo. Como el arbitraje había sido aceptado por las dos partes se
esperaba un acatamiento por parte de la empresa cosa que no sucedió.
Según Abel Paz fue la lucha en la historia sindical de la CNT que
más atentados y sabotajes se han realizado.
El
resultado final de la huelga arrojó un resultado final de 2000
detenidos y el éxito de la acción conjunta de la UGT y el gobierno
que lograron normalizar los servicios después de varios meses de
huelga.
La
CNT había mostrado su fuerza y el Estado tomó buena nota de
ello.
La
Compañía de Teléfonos había sufrido pérdidas por valor de ocho
millones de pesetas y para muchos la república había dejado de ser
“ de trabajadores”.
El
diputado Ángel Samblacat preguntó en las Cortes: "¿No había
dicho el actual ministro de Hacienda- Indalecio Prieto- en su
conferencia del Ateneo que el contrato con la Telefónica había sido
un atraco y un latrocinio? Pues en todas partes a los que se oponen
al robo, a los que persiguen el robo se les llama representantes de
la justicia, y sólo en este país a esos representantes de la
justicia, que ahora son los huelguistas de la Telefónica, se les
amenaza con fusilarlos si nada más se suben a un árbol..."
La
CNT no olvidó el conflicto y en abril de 1936 volvió a plantar cara
a la empresa ganando esta vez el conflicto obteniendo la readmisión
de los anteriormente despedidos y una indemnización para ellos.
Extraído de Periódico CNT
Extraído de Periódico CNT
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