Carlos García
Escritor e investigador
arlos García es -junto a Harald Piotrowski, Dieter Nelles y Ulrich Linse- autor del libro «Antifascistas alemanes en Barcelona (1933-1939). El grupo DAS: sus actividades contra la red nazi y en el frente de Aragón» (Sintra editorial), un muy documentado estudio sobre aspectos de la lucha antifascista y revolucionaria llevada a cabo por los anarco-sindicalistas alemanes en Catalunya.
Alvaro HILARIO | BILBO
Son muchos los años que lleva Carlos García dedicado a la
investigación y difusión de la historia del movimiento libertario y a la
promoción del pensamiento crítico. Estos días ha estado en Euskal
Herria presentando su último trabajo.
Uno de los propósitos del libro es
recuperar del olvido la lucha del DAS (Anarco-sindicalistas Alemanes).
En el Estado español parece que la Historia la escriben los ganadores y,
a continuación, la reescribe quien quedó en «segundo puesto». De este
modo, el movimiento libertario desaparece.
Se intenta reescribir el periodo de la Segunda República española y
la Guerra Civil desde la perspectiva del pacto de la transición
democrática. Así, se evalúa ese periodo como una disyuntiva entre
democracia y dictadura, fascismo y antifascismo, pero marginando las
tendencias revolucionarias que en ese contexto se dieron y que, además,
modificaron las propias vicisitudes de la República y la guerra.
Nosotros, con esta recuperación de los anarcosindicalistas alemanes
-además de rescatar del olvido la tarea importante, desde el punto de
vista cualitativo, que hizo este pequeño núcleo de exiliados alemanes en
Barcelona, en Catalunya- hemos querido poner de relieve estas
tendencias que iban más allá de las disyuntivas antes citadas y que se
traducían en las transformaciones revolucionarias, en las
colectivizaciones y las expropiaciones a los capitalistas.
El desconocimiento del pasado genera
subjetividades erróneas. En estos tiempos, signados por la protesta
ciudadana, alarma que se exhiban banderas republicanas identificando
estas con izquierda y progresismo.
Esta relectura de la República en clave de las necesidades para un
uso político actual hace que se haga una sobrevaloración de la República
y se marginen los aspectos vidriosos, o críticos, de aquel periodo. Por
ejemplo, obviar que la República era burguesa, que reprimía las
manifestaciones y las expresiones y reivindicaciones de los
trabajadores. Es la imposibilidad de la burguesía progresista y
republicana española para hegemonizar el proceso republicano, ya que era
estructuralmente débil dentro de la composición de clase o de la
formación histórica de la sociedad española de los años 30. Entonces
dependía, por un lado, del voto obrero para acceder al Gobierno -el caso
más significativo fue el de febrero de 1936- pero, a la vez, era
incapaz de satisfacer las reivindicaciones mínimas de esas clases
trabajadoras, por contemporizar con ciertos sectores del oscurantismo
histórico español, por no enfrentarse resueltamente a la oligarquía
terrateniente, el Ejército y la Iglesia.
Sorprende la connivencia de la
Generalitat y del Gobierno republicano con los nazis instalados en la
Península y con el Gobierno alemán.
Te confieso que esto nos sorprendió hasta a nosotros mismos. Los
cuerpos diplomáticos italianos y alemanes son expulsados de España
porque ambos gobiernos reconocieron al Gobierno franquista de Burgos.
Pero entre el 18 de julio y el 20 de noviembre de 1936 (fecha de
reconocimiento del Gobierno de Franco), República y Generalitat
contemporizan con los gobiernos fascistas hasta el punto que, en agosto y
setiembre, los barcos de guerra alemanes recalan en Tarragona y
Barcelona y sus responsables militares son recibidos por el presidente
de la Generalitat, Lluís Companys y, al día siguiente, fueron los
responsables de estas unidades bélicas los que ofrecieron a las
autoridades catalanas una recepción a bordo. Es decir, se mantienen las
relaciones como si tal cosa, cuando ya se tenían pruebas de la
intervención de las tropas y las aviaciones nazi y fascista. Esto es una
constante de la República: a pesar de que las leyes prohibían las
organizaciones nazis, en Barcelona, por ejemplo, había representación de
todo el entramado nazi, desde el sindicato y el partido hasta la
Gestapo, que secuestraba antifascistas y los trasladaba a Alemania con
plena impunidad. Solo a partir del 18 de julio, y por iniciativa de este
grupo de anarcosindicalistas alemanes, se interviene directamente
contra este entramado nazi. El conflicto con la Generalitat, a partir de
julio de 1936, se produce porque el orden revolucionario, encarnado en
el Comité de Milicias Antifascistas, subsume el orden republicano; para
no perder la Generalitat el curso de los acontecimientos, se mantiene
supeditada al Comité; este legitima las intervenciones de las
organizaciones proletarias que reprimen y obligan a huir a los
principales jerarcas nazis.
¿En dónde reside la singularidad del DAS y cuál es la importancia de la ofensiva para desmantelar su estructura en la Península?
Vienen del exilio de Amsterdam a partir de 1932: la cobertura del
anarquismo español y la posibilidad legal de obtener el permiso de
residencia influyen en la decisión de trasladarse a Catalunya. Pero es a
partir de julio de 1936 cuando actúan como una organización con unos
objetivos muy claros: habían ido recabando información referente a las
actividades nazis en Catalunya -desde donde manejaban la estructura que
operaba en la Península y, a su vez, era la cabeza de puente para
intervenir en Sudamérica- y en julio dan un golpe de mano
inmediatamente. Pero su actividad e importancia no se limita a
desmantelar la red nazi, algo de lo que se ocupan los dos primeros
meses; mantienen el hostigamiento hasta noviembre, cuando sale el cónsul
alemán protegido por la policía de la Generalitat, impidiendo al DAS
incautar más documentación. Esta era importante porque desvelaba la
estrategia de penetración del nazismo en la Península y Latinoamérica.
También perseguían demostrar la intervención de la Alemania nazi en la
preparación del golpe. También controlaban a los voluntarios
internacionalistas de habla alemana que no venían a integrarse por la
vía del partido comunista en las Brigadas Internacionales. Controlan las
fronteras, las comunicaciones, crean un servicio de prensa en varias
lenguas extranjeras para difundir noticias relacionadas con la evolución
de la guerra y, además, desarrollaron actividades de tipo ideológico
con un boletín teórico.
Hablábamos de las distorsiones nacidas
de un deficiente conocimiento de la Historia. También en el campo
popular se ha idealizado a CNT y FAI.
Se tiende a hacer tabla rasa y a no entrar en toda la problemática y
las contradicciones que entrañaba la situación creada por el golpe de
estado fascista. En el seno de la CNT hubo conflictos y críticas
relacionadas con ciertas actitudes o intervenciones de la propia
dirección del movimiento libertario y de la CNT-FAI, por su
participación en la Generalitat y el Gobierno de Madrid, amén de muchos
aspectos relativos, sobre todo, al desarrollo del proceso revolucionario
frente al proceso de reconstrucción del orden republicano (que les
reprimió). Por eso se explica también el escaso eco que tuvo el DAS y el
desconocimiento de este y su actividad en la propia historiografía
anarquista.
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