Ha sido algo evidente desde hace décadas. Sólo con la combinación de grades dosis de ignorancia, arrogancia y autoengaño se ha conseguido caricaturizar un diagnóstico perfectamente lógico como los desvaríos irracionales de unos marginados apocalípticos. Pero ahora, conforme la realidad nos abofetea repetidamente se asume al fin, si bien con rapidez, que hay que admitir la existencia de una pauta regular. Ya no se puede seguir mirando a otro lado: la civilización industrial está colapsando. De hecho, ya estamos en el ojo del huracán. Los precios de la energía se han disparado, como consecuencia de haber alcanzado recientemente el pico en la producción global de petróleo y su consiguiente e inevitable declive posterior. Huracanes, sequías y patrones climáticos impredecibles se han vuelto más frecuentes e intensos, haciéndonos sufrir las consecuencias del calentamiento global que nosotros mismos hemos provocado. Mientras, la calidad del suelo y del agua se sigue degradando, la biodiversidad se desploma, con una tasa de extinción de especies 10.000 veces superior a la normal. A su vez, la tremenda crisis de los precios de los alimentos en que se ve sumido el globo en estos momentos es la indicación más poderosa, hasta el momento, de que ya no cabe esperar la vuelta a la situación anterior. Por el contrario, lo que vemos es la batalla final entre la necesidad infifinita de crecimiento del capitalismo neoliberal y los recursos limitados de un único planeta. Y ni con toda la ingeniería financiera o los inventos de última tecnología que el dinero pueda comprar va a escapar el sistema a su inevitable derrumbe. Se ha llegado al punto de inflexión y nosotros somos la generación a la que corresponde el dudoso honor de vivir y morir en sus últimos estertores.
Muchos de los autores que participan en este volumen (1) han celebrado el auge de la actividad de las anarquistas y sus temáticas, conforme reaparece la oposición al capitalismo en todo el planeta. Y sin embargo, cuando se intenta dar una perspectiva internacional del porvenir de estas prácticas, hay que enfrentarse a negros presagios. Las anarquistas y sus aliadas tienen que proyectarse a un futuro de inestabilidad y deterioro crecientes, y reinventar sus tácticas y sus estrategias a la luz de las crisis convergentes que van a ser características del siglo XXI.
Este artículo parte de la trayectoria de colapso que se observa ya en el capitalismo a escala global, analiza algunas de sus consecuencias sociales y las plantea como retos que tiene que afrontar la futura práctica del anarquismo. Es evidente que no tiene sentido abordar esta tarea desde un punto de vista pretendidamente neutral, que se limite sin más a señalar las tendencias presentes sin hacer recomendaciones, propuestas o indicaciones. Desde el momento en que se intenta prever y no sólo predecir, se abre el espacio para sugerir cuáles podrían ser las prioridades para las anarquistas en los años venideros.
- Uri Gordon (Loughborough University).
- Traducción de Miguel Pérez.
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(1) Publicado en:Contemporary anarchist studies: an introductory anthology of anarchy in the academy. Edited by Randall Amster, Abraham DeLeon, Luis A. Fernandez, Anthony J. Nocella, II, and Deric Shannon. 2009, pp. 249-259, London.
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