Ateneo Libertario de CNT Jaén

lunes, 28 de abril de 2014

Solidaridad en forma de libros


Los compañerxs de la CNT de Salamanca han respondido a nuestra petición de apoyo con el envío de un lote de libros para las estantería de nuestra biblioteca. El SOV de Salamanca de la CNT, como el de Sabadell, están contribuyendo a que nuestra biblioteca, la Bibiblioteca Social "Francisco Olaya", se vaya nutriendo de títulos interesantes que ayudarán a la autoformación de la militancia de la CNT de Jaén.

¡Muchas gracias, compas!

sábado, 26 de abril de 2014

Difundiendo la Idea en la Universidad


El pasado 24 de abril la distribuidora cultural de nuestro Ateneo estuvo presente en la Feria del Libro de la UJA. Durante todo el día, varixs compañerxs de la Anarcosindical jienense estuvimos presentes en nuestro puesto, por el que se pasaron cientos de estudiantes y profesoras. Se vendieron bastantes libros y se repartió información gratuita de la Anarcosindical. Hay que recordar que CNT-Jaén tiene una Sección Sindical en la UJA. El dinero recaudado será para financiar la actividad cotidiana de nuestra organización, que rechaza la percepción de subvenciones.


Finalmente, la militancia se trasladó a nuestro local, ubicado en la calle Los Ángeles, donde asistimos a una jornada de formación en historia del anarcosindicalismo.

lunes, 21 de abril de 2014

Vídeo-Fórum: Grapas


Si te interesa el mundillo de los fanzines, las autoediciones, el acceso a esos medios realmente alternativos, donde vuelan aquellas noticias e informaciones que no verás publicadas en ningún otro lugar, este miércoles 23 pásate por el local de la CNT y participa en el vídeo-fórum Grapas: un documental sobre fanzines, que organizamos a las 21 horas, en la C/ Los Ángeles, 3, bajo (en la calle lateral de la Escuela de Artes y Oficios José Nogué).

domingo, 20 de abril de 2014

Charla formativa: Historia del Anarcosindicalismo en el Estado español (desde su origen al final de la Guerra Civil)

El jueves, 24 de abril, a las 21:00, CNT-Jaén organiza una charla autoformativa de historia del anarcosindicalismo en el Estado español. La charla, que será impartida por un compañero de la organización local, se realizará en el local de CNT-Jaén, ubicado en el número 3 de la calle Los Ángeles, junto a la Escuela de Artes y Oficios.
Si os interesa, allí nos vemos.

martes, 15 de abril de 2014

Nuestra distri estará presente en la feria del libro de la UJA

 Ya podemos anunciar que el día 24 de abril estaremos en la Feria del Libro que organiza la Universidad de Jaén

Durante todo el día, el Ateneo Libertario de la anarcosindical jienense pondrá una mesa con libros y libelos de nuestra distribuidora. Sin duda alguna será una buena oportunidad para compartir un rato de lectura y divulgar la cultura libertaria.

¡Allí nos vemos!

lunes, 14 de abril de 2014

De repúblicas y republicanes


Otra vez llega al Estado español el jolgorio que incita (a muches) la Segunda República. Tanto jolgorio es que piden una tercera, con su primer ministre, presidente de república, su parlamento, y todo. Vaya, una república al completo. En la televisión saldrán les de siempre: les progres del PSOE haciéndose pasar por eso que no son, les típiques de los sindicatos generales con sus consignas, algune que otre de IU para salvar la casa (y para meter algún que otro voto más al saco), intelectuales de turno, actores, cantantes… etcétera y etcétera.

Las calles de las grandes ciudades se llenarán de banderas tricolores. La gente cantará, gritará, solidarizará, y marchará. Darán discursos, comidas (y bebidas), panfletos, contarán batallitas, mencionarán a tal abuelo famosete, a tal abuela irreductible, aplaudirán y lanzarán vítores llenos de júbilo. Tal vez no este año, pero alguno de estos que viene, con el poder de la palabra y la democracia electoral conseguirán derrocar a la monarquía del Estado español. El voto les dará la libertad (piensan elles). Alzarán a las masas adormecidas para que vayan a votar en tropel a los colegios. Las salas se llenarán de votos republicanos. Si no consiguen un referéndum, seguirán marchando y dando consignas para que IU salga con mayoría absoluta en las próximas elecciones (que ya desde la última vez que ejercí mi derecho democrático se me ha olvidado cuándo son). Entonces llegará la tan aclamada Tercera República Española.

Cuando eso suceda se llenarán las calles de gente gozosa. Gente que de tanta alegría llorará sin control. Habrá fiesta por semanas y les pérfides de la familia Borbón mirarán el espectáculo desde algún lugar remoto (pero no tanto, cuidado). Se inaugurará un nuevo ciclo, con muchas caras nuevas en el Congreso. Ánimos renovados y energía nueva para democratizar a España. 

Harán leyes nuevas, mucho más progres y abiertas, acordes con la ciudadanía del siglo XXI, tan progre y abierta. Les migrantes serán bienvenides con brazos abiertos, para que trabajen los puestos de trabajo que les españoles no quieren. Les homosexuales tendrán todos los derechos que otorgue la nueva Constitución a les heterosexuales, porque todes somos iguales, siempre y cuando no cuestionemos la institución familiar y la monogamia. La gente podrá manifestarse por sus ideas, pero solamente si no atentan contra el sistema de la república. Si lo hacen, de forma razonable, bueno, les dejarán por aquello de la libertad de expresión. Pero ojo, que si se pasan los gloriosos cuerpos de seguridad de la Tercera República intervendrán. Guardias republicanes. Con elegantes uniformes y modernas armas anti-disturbios. Las grandes empresas se nacionalizarán, para que las paguemos entre todes con el sudor de nuestra frente y, también, para que nos beneficiemos un poquito de precios más asequibles (eso sí, les gestores polítiques se beneficiarán un poco más, solamente un poquitín más). Les polítiques serán más justes, aunque habrá alguna que otra oveja negra (sí, esa gente de derechas que también resulta ser republicana. Vaya). Votarán con consciencia por el pueblo, desde el pueblo, y para el pueblo. Todo por el pueblo. Eso sí, no preguntemos al pueblo, que es tonto y no sabe decidir por sí mismo.

Al año de instaurar la Tercera República  habrá un desfile, el más glorioso que jamás se haya visto en estas tierras patrias republicanas. Los aviones militares volarán los cielos de la capital echando humo (tóxico) de colores. Les soldades marcharán con orgullo bajo la atenta mirada de la persona que elijamos presidente de la república. ¡Todes saludarán a tan valientes hombres y mujeres! La economía irá mejor porque estará gestionada por gente que trabaja para el pueblo. El Estado cuidará de todes nosotres, así que nadie se tiene que preocupar. El Estado llegará a todos los rincones de la geografía. Se abrirán sedes, oficinas, instituciones, para que el pueblo pueda hacer llegar su voz al Congreso. En definitiva, todo será mucho mejor cuando esa gente que se manifiesta con banderas tricolores consigan poner en el Congreso (mediante unos papelitos metidos en cajas) a les suyes.

Entonces les anarquistas seguiremos luchando contra el Estado y la autoridad. Nos darán de hostias guardias republicanes, que suena mejor. Respiraremos gas republicano en las manifestaciones (que nos hagan el favor de ponerlo a tres colores). Nos meterán en cárceles republicanas y no nos llamarán preses polítiques, sino “agentes provocadores que intentan desestabilizar la república.” Nos seguirán matando como lo hace hoy la monarquía parlamentaria. Seguiremos yendo al trabajo a pelearnos con les jefes por un mísero salario (tranquiles, el Estado se ocupa de vuestras pensiones), y cuando organicemos una huelga nos llamarán “derechistas” o “pequeñes burgueses.” Pero, tal vez, la gente consiga vivir más feliz: que te explote una república suena mejor a que te explote una monarquía. Banderitas tricolor para la señora. Gorrito tricolor para el nene. Todes felices, ¡abajo con la monarquía! ¡Viva el poder popular y la Tercera! ¡Que peguen con los huesos en la cárcel esos anarquistas! Total, ya lo hicieron, y algunes dicen que la historia se repite.

Cuando la bandera tricolor se alce en lo alto de los edificios todo habrá cambiado para que, precisamente, nada cambie. Nosotres seguiremos quemando sus banderas, sean del color que sean, hasta que todas sean negras y ya no exista autoridad impuesta en la tierra.


miércoles, 9 de abril de 2014

Reseña de Salida de emergencia, de M. Amorós


Con una ilustración negramente bucólica se nos presenta Salida de emergencia, título indudablemente bien escogido. La producción literaria de Amorós, figura que no cabe ignorar en el magma del pensamiento político radical, viene siendo la misma salvo algunas excepciones monográficas: recopilaciones de sus charlas con un hilo conductor temático-temporal. Una forma de paliar la marginalidad en la que se desenvuelve su discurso oral, físico, de modo que pueda accederse a él con la tranquilidad que permite la aproximación por vía escrita, aunque perdamos el sentir del directo. 
En este caso, se trata de la última recopilación de charlas por diversos puntos del Estado, editado hace poco más de un año por Pepitas de calabaza (editorial que, no quiero perder la oportunidad de decirlo, ha dado un soplo de aire fresco al panorama castellanohablante). Amorós amplía y desarrolla lo que viene ocupando el grueso de sus intervenciones en los últimos años, esto es, el análisis de las manifestaciones más flagrantes y agresivas del desarrollismo capitalista en su relación inmediata y palpablemente física con el territorio. El asunto aparece con mayor interés en tanto que se encuadra en una coyuntura aparentemente contradictoria: por un lado, la cada vez más acuciante escasez de recursos naturales accesibles o conocidos, especialmente en aquellos que ya de por sí son raros y, por ello, más preciados; por el otro, la importancia de la innovación y aplicación de ingenios tecnológicos en el ciclo de reproducción de un capitalismo que, especialmente en Occidente, se torna cada vez más automatizado, algo ya analizado detenidamente por diversos autores (desde Friedrich Pollock hasta Hartmut Rosa, pasando por Josetxo Beriain). Tal contradicción tiene como consecuencias: primero, la agudización de la competición en el gran tablero de juego imperialista por controlar los espacios geoestratégicos que adjudiquen una posición privilegiada en este contexto de escasez; segundo, el efecto no sólo socioeconómico, sino también cultural, psicológico y ecológico que el capitalismo de la imagen, de la alta velocidad y en acelerada automatización tiene en los lugares en los que se manifiesta con más evidencia, principalmente en el llamado “Primer Mundo” debido a su papel privilegiado (ya puesto en cuestión globalmente) como centro imperialista, donde más mercancías son destinadas para su consumo final. 
Esta segunda consecuencia es uno de los temas de los que más se ha ocupado la teoría crítica de la posmodernidad, si bien es cierto que con, al humilde parecer del que escribe, cuestionables formas de análisis, metodología y, básicamente, perspectiva. Es su afán esclarecer la naturaleza del capitalismo que se ha dado en los países del centro imperialista a partir de 1945, es decir, un capitalismo que, por globalizar la división del trabajo y la extracción de plusvalía, permite mejores estándares de vida a su población asalariada mientras deslocaliza gran parte de los sectores primario y secundario que caracterizaron al sujeto oprimido del capitalismo industrial. Ello da lugar a lo que se suele denominar sociedades posindustriales, las cuales, siendo una ficción en su naturaleza material, se tornan reales en tanto que son tomadas por tal y vividas como tal por sus protagonistas, con las inevitables consecuencias en la configuración de la conciencia social que el sujeto desarrolla. 
El libro de Amorós se presenta estructurado en tres bloques, con títulos que nos permiten inducir perfectamente su contenido. El primero de ellos, De síntomas y sarpullidos, es un somero muestrario de la fisicidad y evidencia con la que el capitalismo se manifiesta en zonas urbanas (infraestructuras de medios de transporte, de energías, etc.). El segundo, De medicamentos en mal estado, explora el camino que el actual panorama político español ha recorrido, tanto en su oficialidad como en su presunta contestación. Con el tercero y último, De terapias y tratamientos, ahonda en la reflexión teórica sobre el estadio actual del capitalismo, y repite algunas de sus cuestiones habituales, como la noción de progreso, la neutralidad de la tecnología, la vigencia del conflicto clasista en sus formas tradicionales y la centralidad de lo ecológico en su acepción más urgente.
Manuel Fernández Reinón
- Publicado en la sección Misceláneas del número 3 de la revista Estudios.

miércoles, 2 de abril de 2014

Reflexiones sobre la violencia y la memoria

Resulta complicado iniciar un análisis de las movilizaciones más recientes sin dejarse llevar demasiado por la efusividad o la exasperación, desbordados a veces por acontecimientos, noticias y declaraciones de todo tipo. A pesar de ello, un intento analítico, con pretensiones de ser más útil en un plazo más amplio, exige a menudo una cierta recapacitación y frialdad a la hora de reflexionar sobre ello.

Y de nuevo salen a la palestra viejos debates y nuevas revisiones, que han rondado las movilizaciones obreras y populares durante décadas, sobre conceptos como violencia, organización, manipulación o memoria. Resulta incluso incomodo reconocer que estas discusiones se plantean casi de forma cíclica, como si las conclusiones sacadas en cada momento terminaran por olvidarse para volver a empezar de cero una vez más. Ya en 1908, el filosofo francés Georges Sorel, 1847-1922, especulaba en su obra “Reflexiones sobre la violencia”, sobre la diferencia entre la fuerza, entendida como los medios con que un Estado cuenta para coaccionar, controlar y someter a la legalidad a una sociedad, y la violencia, refiriéndose a los mecanismos que el proletariado tiene para contrarrestar y protegerse de esa “fuerza” burguesa y en última instancia derrotarla. En particular, incluso, Sorel pondría especial relevancia en el concepto de Huelga General, al que consideraba principal medio legítimo de la masa obrera para derrocar a ese régimen burgués, a la que interpretaba, por tanto, como una autentica acción de guerra imposible de desprenderse de lícita violencia proletaria. Después de más de un siglo, Sorel también atino casi de forma profética a la hora de referirse al parlamentarismo, en general, y al socialismo moderado, en particular, como medios para la domesticación de la clase obrera, aliados con la burguesía para el mantenimiento de una paz social protegida por la fuerza y prolongada mediante pequeñas concesiones.

Con lo que sin duda no contaba Sorel era con una de las armas más eficaces que el sistema ha perfeccionado hasta límites insospechados a día de hoy: la retórica. Es decir, la creación de un convincente discurso, amañado y manipulado, en el que un léxico y un enfoque perfectamente premeditado cumple un objetivo explícito: diferenciar, premiar o castigar determinados comportamientos. No es nada nuevo el que dependiendo de su actitud más o menos aceptable, de repente un manifestante, un parado, un estudiante… deja de serlo para convertirse en un violento o un radical. Por eso, se hace indispensable que un análisis ajeno al institucional cree su propio lenguaje y su propia interpretación más allá del impuesto como visible y posible por el poder. Resulta inquietante el calado que el discurso sobre la violencia, impuesto con un claro carácter tendencioso con el fin de señalar y dividir, sea también utilizado o incluso asumido por organizaciones o individuos próximos a las movilizaciones, haciendo un peligroso juego cómplice a las intenciones de quienes quieren que todo siga igual.

RADICAL:  adj. Perteneciente o relativo a la raíz. adj. Partidario de reformas extremas, especialmente en sentido democrático. adj. Fundamental, de raíz. adj. Tajante, intransigente.

Resulta cuanto menos curioso que se reinterprete y se acepte el discurso de la violencia por parte del Estado de una forma tan extremadamente partidista. No se trata en sí mismo de un discurso pacifista sino de la totalización e institucionalización de esa violencia. Es decir, en ningún momento se habla de eliminar la violencia de una sociedad sino de demostrar que esta sólo puede ser utilizada de forma lícita por el propio Estado. Es en definitiva un discurso más relacionado con el sometimiento, la obediencia, el acatamiento y la sumisión que con el entendimiento y el dialogo. 

Las agresiones sufridas por la clase trabajadora desde que comenzó eso que nos han dicho que se llama crisis, las pérdidas de trabajos, de hogares, las condenas masivas a la pobreza, las pretensiones de regular nuestra propia salud, de interferir incluso en nuestros propios cuerpos… alimentadas con sangrantes declaraciones y ofensas, con políticas protectivistas del mercado, la economía y la banca… se han unido a las agresiones directas y físicas de los cuerpos policiales contra prácticamente todo aquello que se mueva, ya fueran ancianos protestando por la estafa inmobiliaria, o pescadores pidiendo pan y trabajo en Galicia, por señalar algunas de las últimas intervenciones. Tan sólo hay que tirar de hemeroteca para ver centenares de personas golpeadas, detenidas arbitrariamente, que han perdido ojos, testículos… No parece esta situación la más adecuada para dar lecciones de moral o ética. Lo ocurrido durante las movilizaciones de las Marchas de la Dignidad en el centro de Madrid, al fin y al cabo, no parece más que una respuesta lógica, un “hasta aquí hemos llegado”, a las prepotentes agresiones a las que la clase obrera se ha visto sometida en los últimos años. Se trata, por tanto, de un efectivo cabreo, de una situación llevada al límite transformada en indignación, pero sobre todo en una concienciación por parte de buena parte de la sociedad de que esto es, ha sido, y será un conflicto de clase. Sin duda, choca que, a diferencia de otros lugares o países donde las movilizaciones más contundentes han sido recibidas con orgullo por el propio pueblo, como una forma de demostrar su unidad y su disposición a no dejarse amedrentar más, el discurso pacificador, más que pacifista, cale no sólo entre los sectores más reformistas, sino también entre la gente que se dice a sí misma estar más cabreada con la situación.

A diferencia del tratamiento distinto que en ocasiones la prensa suele dar a este tipo de noticias según su procedencia progre o conservadora, en éste caso el contubernio mediático alrededor de la noticia ha sido unánime. Este discurso sobre la violencia y los violentos, sobre otro de esos grandes eufemismos utilizados en democracia como es la seguridad, resulta sospechosamente conveniente justo en el momento en el que la elaboración de una nueva ley sobre seguridad ciudadana, una de las más represivas de las últimas décadas, ha sido cuestionada en distintas ocasiones. Por tanto, todo lo ocurrido y su tratamiento, no deja de ser un episodio más en la oleada represiva que el movimiento más comprometido lleva sufriendo desde hace tiempo: detenciones masivas, investigaciones, asaltos a centros sociales, montajes judiciales y policiales… Una represión con carácter preventivo en muchas ocasiones, que necesita sin duda de un clima de alarma que la justifique, labor en la que los medios de comunicación se hacen indispensables. 

A todo ello se une la sorpréndete actitud de los cuerpos policiales tras la apabullante respuesta del pueblo a su enésimo intento de agresión. El hecho de que 1600 esbirros fuertemente armados con material antidisturbio y con plena aceptación de la deshumanización que su uniforme supone, fueran, por decirlo de una manera suave y entendible, derrotados, ha hecho aflorar aflicción y congoja entre quienes asumen con absoluta frialdad golpear a pobres y desdichados. En su situación les resulta comprensible protestar, incluso cortando la calle de forma ilegal, algo para lo que precisamente ellos cobran por impedir a final de mes. La actitud de los últimos días, algo llorica, no parece demasiado digna comparada con la extrema prepotencia y despotismo con la que suelen tratar al ciudadano.

A lo largo del mismo fin de semana, otro acontecimiento, también providencial, una vez más, consiguió dejar las movilizaciones en un segundo plano. El fallecimiento del antiguo presidente del gobierno Adolfo Suarez. Viene a colación precisamente en este texto porque hemos vivido en directo un maravilloso ejercicio de manipulación histórica y periodística. No ya tanto por el hecho de que algunos miles de personas se hayan unido a la élite política, económica y militar de este país en su homenaje, sino porque a diferencia de los cientos de miles de las movilizaciones que se sucedían a la par, éstos sí que parece ser representan a todo el pueblo español de forma masiva. La manipulación histórica cuenta con un ferviente aliado en la falta de memoria de una buen aparte del pueblo. De esta forma, que conveniente, resulta que manifestaciones, movilizaciones obreras, detenidos, presos, torturados, muertos en protestas a manos de la policía… no significaron nada en la conquista de las libertades sino que fue el Sr. Suarez quien, como un papa Noel moderno, nos regaló de buen grado toda nuestra felicidad. La misma persona responsable entre el 69 y el 73 de la manipulación informativa, del silencio de la represión franquista de cara a un lavado interno y externo de la imagen, como Director General de TVE, miembro de Falange durante toda su vida, ocupando su máximo cargo como Ministro del Movimiento, lo que es lo mismo lugarteniente de Franco en Falange,  y que colocó desde el primer momento en su gobierno a todos los elementos reciclados del franquismo que pudo colar. La Transición y los Pactos de la Moncloa, esa ley de punto final encubierta, no trajeron las libertades, sino que introdujeron mejoras en la sociedad para apaciguar las extremas protestas que el pueblo protagonizaba en esos años y que en cualquier momento parecía podían reventar este sistema. Libertades conquistadas, por cierto, en movilizaciones y manifestaciones que hoy se calificarían como violentas y protagonizadas por lo que hoy hipócritamente llamarían radicales, pero claro, eso eran otros tiempos, ¿no?. Alguien debería recordar en algún momento que durante el mandato como presidente del Sr. Suarez murieron más de 50 personas a manos de la policía en manifestaciones y protestas y otras 8 lo hicieron en los calabozos de una comisaria o la celda de  una prisión. O que en su primer año de mandato la policía cargo en casi 800 ocasiones contra manifestantes. Suarez y su cuadrilla de, ahora, nuevos demócratas, de la mano del sanguinario Martín Villa, su mano derecha, gestionaron de forma hábil las cloacas de la lucha contra el movimiento obrero más activo, contra el avance libertario, recordemos el montaje del caso Scala, y la lucha antiterrorista que servirían de base para los posteriores años de felipismo y eso que se conoció como guerra sucia. El último héroe nacional ha muerto, como dijo el periodista derechista, y antiguo redactor del diario franquista Arriba Fernando Ónega.

“Francisco Franco es uno de los grandes hitos de la Historia de España. Gracias a él y a su profunda obra constituyente, nuestro país cuenta hoy con un Estado moderno que no se cierra sobre sí mismo, sino que se proyecta sobre el mañana.
Jamás nadie logró crear las condiciones básicas de partida que Franco, identificado con su pueblo, supo levantar. El paso de los siglos no borrará el eco de su nombre. Con él, logró España ser Una, Grande y Libre. No se puede menospreciar la gigantesca obra de ese español irrepetible al que siempre deberemos homenaje de gratitud, que se llamaba Francisco Franco. Su obra perdurará a través de las generaciones”
                                                                              Adolfo Suárez. 20 de Noviembre de 1.975.


Una tercera España, por aquello de las dos Españas que se decía antiguamente, vivió ese fin de semana pendiente del enésimo partido del siglo entre Real Madrid y Barcelona. La representación de esa gran masa adormecida, despolitizada, pobremente entretenida y cómplice silenciosa. No resulta extraño que aquella famosa frase de A.Einstein sea recordada hoy con tanto ahincó en numerosas ocasiones: “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.” A la que nos permitimos añadir otro famoso recordatorio del gran genio y científico: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.”

En definitiva, un fin de semana de lo más entretenido en el que, durante 48 horas, asistimos a un repaso pormenorizado de lo que nos depara el mundo si todo esto sigue igual. Manipulación de la memoria y la historia para delimitar el presente. Manipulación del vocabulario, el análisis y la cotidianidad para encuadrar el pensamiento y la opinión. Manipulación de la información y la realidad para acotar los motivos, los testimonios, las relaciones y, en definitiva, la estructura social. Manipulación de lo posible y lo amoral, del bien y del mal con el fin de promover la resignación, la desesperación y la inmovilidad. En definitiva, la construcción de una gran farsa repetida hasta la saciedad, e impuesta como única posible realidad. Los viejos discurso de la violencia y la radicalidad, de la representatividad y de la nación, frente a los de la solidaridad, la autogestión y la clase. Y sin embargo, nada nuevo de verdad.