Con una ilustración negramente bucólica se nos presenta Salida de emergencia, título indudablemente bien escogido. La producción literaria de Amorós, figura que no cabe ignorar en el magma del pensamiento político radical, viene siendo la misma salvo algunas excepciones monográficas: recopilaciones de sus charlas con un hilo conductor temático-temporal. Una forma de paliar la marginalidad en la que se desenvuelve su discurso oral, físico, de modo que pueda accederse a él con la tranquilidad que permite la aproximación por vía escrita, aunque perdamos el sentir del directo.
En este caso, se trata de la última recopilación de charlas por diversos puntos del Estado, editado hace poco más de un año por Pepitas de calabaza (editorial que, no quiero perder la oportunidad de decirlo, ha dado un soplo de aire fresco al panorama castellanohablante). Amorós amplía y desarrolla lo que viene ocupando el grueso de sus intervenciones en los últimos años, esto es, el análisis de las manifestaciones más flagrantes y agresivas del desarrollismo capitalista en su relación inmediata y palpablemente física con el territorio. El asunto aparece con mayor interés en tanto que se encuadra en una coyuntura aparentemente contradictoria: por un lado, la cada vez más acuciante escasez de recursos naturales accesibles o conocidos, especialmente en aquellos que ya de por sí son raros y, por ello, más preciados; por el otro, la importancia de la innovación y aplicación de ingenios tecnológicos en el ciclo de reproducción de un capitalismo que, especialmente en Occidente, se torna cada vez más automatizado, algo ya analizado detenidamente por diversos autores (desde Friedrich Pollock hasta Hartmut Rosa, pasando por Josetxo Beriain). Tal contradicción tiene como consecuencias: primero, la agudización de la competición en el gran tablero de juego imperialista por controlar los espacios geoestratégicos que adjudiquen una posición privilegiada en este contexto de escasez; segundo, el efecto no sólo socioeconómico, sino también cultural, psicológico y ecológico que el capitalismo de la imagen, de la alta velocidad y en acelerada automatización tiene en los lugares en los que se manifiesta con más evidencia, principalmente en el llamado “Primer Mundo” debido a su papel privilegiado (ya puesto en cuestión globalmente) como centro imperialista, donde más mercancías son destinadas para su consumo final.
Esta segunda consecuencia es uno de los temas de los que más se ha ocupado la teoría crítica de la posmodernidad, si bien es cierto que con, al humilde parecer del que escribe, cuestionables formas de análisis, metodología y, básicamente, perspectiva. Es su afán esclarecer la naturaleza del capitalismo que se ha dado en los países del centro imperialista a partir de 1945, es decir, un capitalismo que, por globalizar la división del trabajo y la extracción de plusvalía, permite mejores estándares de vida a su población asalariada mientras deslocaliza gran parte de los sectores primario y secundario que caracterizaron al sujeto oprimido del capitalismo industrial. Ello da lugar a lo que se suele denominar sociedades posindustriales, las cuales, siendo una ficción en su naturaleza material, se tornan reales en tanto que son tomadas por tal y vividas como tal por sus protagonistas, con las inevitables consecuencias en la configuración de la conciencia social que el sujeto desarrolla.
El libro de Amorós se presenta estructurado en tres bloques, con títulos que nos permiten inducir perfectamente su contenido. El primero de ellos, De síntomas y sarpullidos, es un somero muestrario de la fisicidad y evidencia con la que el capitalismo se manifiesta en zonas urbanas (infraestructuras de medios de transporte, de energías, etc.). El segundo, De medicamentos en mal estado, explora el camino que el actual panorama político español ha recorrido, tanto en su oficialidad como en su presunta contestación. Con el tercero y último, De terapias y tratamientos, ahonda en la reflexión teórica sobre el estadio actual del capitalismo, y repite algunas de sus cuestiones habituales, como la noción de progreso, la neutralidad de la tecnología, la vigencia del conflicto clasista en sus formas tradicionales y la centralidad de lo ecológico en su acepción más urgente.
Manuel Fernández Reinón
- Publicado en la sección Misceláneas del número 3 de la revista Estudios.
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