lunes, 26 de noviembre de 2018

«La represión contra la CNT (1939-1949)», de Ángel Herrerín

Cenetistas presos en 1949
La represión ejercida contra la CNT ha sido esgrimida en nuestra más reciente historiografía como una de las claves que explicarían la práctica desaparición de la organización anarcosindicalista durante la dictadura de Franco. El número de comités nacionales cenetistas desmantelados por la policía se ha convertido, a fuerza de su repetición, en un tópico, con el agravante de que sobre esta cuestión no se ha llevado a cabo una investigación con profundidad. En consecuencia, este artículo pretende analizar, aparte del número de comités tanto regionales como nacionales represaliados en los primeros diez años de dictadura, otras circunstancias que influyeron en la represión sufrida por la CNT, tales como las tácticas puestas en marcha por la organización, la estructura del anarcosindicalismo en la clandestinidad o la actuación de sus dirigentes; además realizaremos, con fuentes del régimen, un análisis comparativo de las detenciones de organizaciones antifranquistas entre 1946 y 1949.

Enlace para la descarga:

sábado, 17 de noviembre de 2018

Lucharon contra la hidra del patriarcado: Mujeres Libres


El día 23 presentamos Lucharon contra la hidra del patriarcado: Mujeres Libres en nuestro local. Os invitamos a asistir y, de paso, os dejamos un texto de la autora que invita a la lectura de su libro. Nos vemos el viernes.
***
"Una vez más recordamos para saber quiénes somos; una vez más buscamos las sendas trazadas por otras para aprender de sus pasos y construir otro presente, otro futuro. Nos miramos en el espejo del tiempo sabiendo que la única lucha perdida es la que se abandona y olvida".
Mika Etchebéhère. Brigadas Internacionales. Capitana. 1937
La escritora Victoria Sendón en el prólogo de este libro nos inquiere “¿Nos hemos preguntado en virtud de qué nuestra civilización convierte las diferencias en desigualdades? ¿Por qué existen las genealogías masculinas, unidas al poder, con exclusión de las femeninas? ¿De dónde viene el desprecio y dominio de la Naturaleza, la guerra como institución o la subsidiaridad de las mujeres? ¿Cómo se han conformado la hipertrofia del ego masculino y la atrofia de la autovaloración femenina? ¿Conocemos el mecanismo de cómo estos principios se instalan en todas esas instancias a las que me he referido? Tal vez estemos necesitando un nuevo feminismo holístico o integral para comprender tanta complejidad.”
Las mujeres sufrimos el ataque voraz de lo que yo llamo la hidra patriarcal de cuatro cabezas:
Primero, la opresión de género. Somos la esclava del esclavo. La mujer padece tanto la opresión social como la del hombre en las relaciones que se dan fuera del mercado laboral, de las cuales el trabajo de producciónreproducción- cuidados nos es asignado e impuesto como rol de género. Esta cabeza siempre ha estado descubierta, y ha sido el centro de la lucha feminista interclasista que ha hecho de esta lucha su razón de ser aparcando la lucha de clases.
Segundo, el patriarcado es una ideología, entendida como conjunto de ideas y valores, en la que se sustenta la superestructura social y económica, que en nuestro caso capitalista. El patriarcado recrea y sostiene el capitalismo que conforme va madurando, como un cáncer, va destruyendo todo el tejido vivo del planeta: sus habitantes, sus relaciones, sus lenguas, sus tierras, su aire, su agua… la vida misma sucumbirá si no reaccionamos y lo extirpamos.
Esta ideología sustenta la explotación, como otra cabeza del patriarcado, paradójicamente la más seductora con su señuelo del consumismo. La explotación se ceba en las mujeres abarcando todos los aspectos de su ser, desde su capital humano hasta los elementos más profundos de su psique.
Tercero, el patriarcado para sostener de forma real y continuada la opresión y explotación, se vale desde sus propios inicios del ejercicio en exclusiva del poder, del diseño y control total en su aparato jurídico-político y represor. Esta es su tercera cabeza la del PODER, la que ejerce la dominación.
Por último, además de las tres cabezas opresión-explotación-dominación, el patriarcado local-nacional necesita extender sus zonas de extracción de recursos, sometiendo a los pueblos bien por conquista e integrándolos totalmente en sus estructuras de poder-Nación, o por dominación colonialimperialista.
Así su cuarta cabeza es la que diseña, ejerce y gestiona la conquista y/o colonización de los pueblos. Frente a las PATRIAS, como bases de dominación y colonización, a las mujeres y hombres nos urge reorganizar las MATRIAS, como espacios de los pueblos libres.
Buscando guías en esta lucha descubrimos que hay un continuo caudal de una rica lucha de mujeres contra la hidra, esparcidas por toda Europa en el último milenio, mucho antes que se definieran los términos “clase”, “proletariado”, o “liberación de género”. Entre ellas destaca por su teoría y praxis y por su cercanía en el tiempo y en el espacio el colectivo Mujeres Libres que surgen de una larga experiencia del movimiento obrero femenino, primero en Europa y después en EEUU. Por documentos conocemos que en el Estado español la lucha obrera de mujeres, como mínimo, viene desde la década de 1820, con el movimiento ludita que destruía las nuevas máquinas de la innovación tecnológica, porque sustituían su mano de obra. Primero las cigarreras y después las trabajadoras del textil, con acciones directas de huelga y sabotaje a las máquinas, reivindicaban el no a los despidos y el reparto del trabajo.
En la década de 1880 (tras la experiencia de la Comuna de París y la autoorganización libertaria), la lucha obrera femenina se consolida. Desde 1880 a 1930 hay una teorización realizada y escrita por mujeres obreras, enlazada con su lucha tanto en las calles como en las fábricas, en muchos casos con independencia de la propia lucha de los hombres.
La II República propicia la visibilización total de un feminismo propio capaz de conjugar la riqueza de su pensamiento libertario con la acción audaz que permite llevar a cabo una verdadera Revolución Social de Género y Clase contra el poder (tanto estatal, como económico o de la iglesia), en esta Revolución el movimiento de MUJERES LIBRES dejó escrita una de las más grandes páginas de la historia del feminismo occidental, conocida y reconocida más por historiadoras del resto de Europa y de América, que por quien hoy pisamos sus mismas calles. Mujeres Libres fue una organización federada de los pueblos del Estado español, que centraba su lucha en el triple eje la liberación de género, clase y poder. Nace como organización exclusivamente de mujeres en mayo de 1936, llegando a tener inscritas 28.000 militantes trabajando casi en exclusiva para la organización. Para entender su magnitud cabe señalar que en 1936 todo el Partido Comunista tenía 3.500 militantes.
Revolucionaron la sexualidad, consiguiendo el divorcio, la legalización del aborto, el desarrollo de las maternidades, cuyos grandes centros en Cataluña, Valencia y Madrid fueron gestionados por ellas mismas. Desarrollaron los espacios de liberación de la prostitución.
El grupo Mujeres Libres de Maeztu (Araba) bajo la cobertura del gran médico Isaac Puente, defensor de la maternidad libre y consciente, llevaban adelante el primer consultorio sexológico por correspondencia, que respondía a cartas de todo el Estado español.
Revolucionaron la educación, formaron y gestionaron ellas mismas, escuelas de chóferes, de mecánicas, de bomberos, de todas las profesiones obreras desarrolladas hasta ese momento por hombres. Colectivizaron tanto explotaciones agrícolas como grandes fábricas, que dirigieron en su totalidad. Fabricas de armamento, de elementos de transporte, fabricas de equipamiento al frente de batalla y a la retaguardia urbana. La Generalitat les concedió la gestión de todo el transporte urbano de Catalunya, tanto administrativa y organizativamente como laboralmente, ellas conducían los trenes, tranvías y autobuses.
Revolucionaron la vida familiar, con su no “al matrimonio como contrato”, teorizaron y practicaron la libre unión y la colectivización del trabajo de reproducción y de cuidados.
En Euskal Herria, su concepto de lucha, más allá del género, les hizo ser muy críticas con Emakume Baltza, las mujeres del PNV, fieles tradicionalistas del respeto a la iglesia y la tradición patriarcal, lege zaharra, con la aceptación plena de los valores que seguían oprimiendo a las mujeres. Tampoco se unieron a las mujeres socialistas, ni a las comunistas centradas casi en exclusiva en la AMA, Asociación de Mujeres Antifascistas, que se ocuparon del Socorro Rojo en las cárceles, y de labores asignadas como clásicas de mujeres en la retaguardia. Dentro del partido comunista, como en el socialista, luchar por la liberación de la mujer carecía de sentido, hasta conseguir la liberación del proletariado.
El modelo de mujer militante de Mujeres Libres, para mantener la identidad de su lucha se mantenía independientes a cualquier estructura de poder de cualquiera de los partidos políticos (tampoco estaban sujetas a la CNT).Por ello fue un modelo de mujer repudiado no solo por el franquismo sino, también, por los partidos que pactaron la transición. Nos las han ocultado por ser perdedoras, por ser mujeres y por el hecho de haberse atrevido a desafiar a todas las cabezas de la hidra patriarcal desde su sentir libertario. Mujeres que desde el exilio, la cárcel, la resistencia armada entre 1939-1950 (muy poco conocida) y la resistencia silenciosa en las calles mantuvieron con dignidad la palabra MUJER.
Mujeres Libres, Inspiró al feminismo europeo y norteamericano, de los años 1960-70 del pasado siglo, conocido como el feminismo de la segunda ola. Esta ola solo recogió su teorización de lucha de género ,olvidando la unidad de su pensamiento como lucha conjunta de género, clase y poder. Unidad que sí fue tomada como elemento inspirador en muchas de las luchas de liberación de que a partir de los años 1970 se extendieron por América Latina.
Las mujeres y la izquierda tenemos por delante una urgente tarea política, el desarrollo de una teoría de la opresión-explotación-dominación-conquista de la mujer, y una praxis de liberación cuyos cimientos ya existen, solo debemos desescombrarlos. El libro quiere ser una pequeña aportación en esta gran tarea.
Nekane Jurado
Más inofrmación sobre Lucharon contra la hidra del patriarcado: Mujeres Libreshttp://fal.cnt.es/tienda/node/683

domingo, 11 de noviembre de 2018

Revueltas campesinas y origen del anarquismo andaluz

Mucho se ha escrito y discutido sobre la existencia o no de una organización terrorista anarquizante en la Andalucía del XIX, conocida popularmente como la Mano Negra. Supuestamente, la susodicha es la responsable de la inestabilidad política en el sur de España durante todo el mencionado siglo, plagando de atentados el campo y la ciudad andaluza decimonónica. No dedicaré por tanto más tiempo a dicha discusión, sino a realizar un relato de los hechos a la misma atribuidos y a su contexto más próximo.

Así, podríamos comenzar por establecer los orígenes ideológicos de los movimientos campesinos andaluces. Para ello, resulta imprescindible nombrar a aquel que votase, allá por 1823, la destitución en Cortes de Fernando VII, don Joaquín Abreu, quién más tarde, en 1831, habría conocido en Francia a Carlos Fourier, un utopista que influyó de manera decisiva en su pensamiento. A su regreso a España, Abreu se dedicó a la difusión de sus ideas en El Eco de Madrid, y en su entorno más cercano, en la ciudad de Cádiz.

No se puede descartar su influencia en los acontecimientos que se sucederán entre finales de los años treinta y mediados de los cincuenta en la provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva, donde de forma aislada pero sucesiva se producen levantamientos violentos, ocupaciones de tierras y reparto de las mismas, así como de ganado, todos ellos abortados, en ocasiones con la intervención del ejército. Resulta complicado, por su dispersión y falta de uniformidad, establecer patrones comunes o causas directas que los provocasen, sin embargo sí parece haber sido determinantes la desamortización de Mendizábal y la sublevación de La Granja. También, las leyes agrarias de Carlos III podrían estar detrás del descontento del campesinado andaluz.

Más tarde tendría lugar la última gran desamortización, la de Madoz, en mayo de 1854, a lo que seguiría meses más tarde el levantamiento originario de la revolución liberal, que daría origen al conocido como bienio progresista. Inmediatamente se producen las primeras detenciones de las que tenemos constancia en relación con los sucesos de las dos décadas anteriores, acusados de formar parte de una asociación secreta y de subversión del orden social establecido.

En 1857, se constata un nuevo levantamiento en la provincia de Sevilla, éste mejor documentado que los anteriores. Unos ciento cincuenta trabajadores entran a plena luz del día en El Arahal y Utrera de forma simultánea, tomando por sorpresa a la Guardia Civil hasta tal punto que accedieron sin violencia al archivo municipal, que destruyeron en parte, así como el de alguna escribanía. Estos hechos, condenados por los partidos políticos, que no alcanzaban a darles explicación, según parece, eran vox populi, y fueron inmediatamente denunciados y perseguidos por el Ejército y la Guardia Civil, dando caza a la mayoría de los partícipes en la serranía de Ronda. Todos ellos fueron condenados a muerte por el Consejo de Guerra, siendo fusilados sus líderes de acuerdo con el fallo. No sucedería así con aquellos que fueron detenidos más tarde, sentenciados en la misma medida por el tribunal, pero que gracias al clamor popular y a la intercesión de los partidos que reclamaron clemencia a la Reina, vieron como la pena de muerte les fue conmutada. Más tarde, la autoría intelectual sería atribuida a una organización, supuestamente comunista, descubierta en el Arahal. 

Como vemos, hasta ahora toda la actividad registrada aquí se halla circunscrita a Andalucía occidental, si bien no se limita a ella. Sí lo hace, sin embargo, al área localizada al sur del río Guadalquivir. Esto responde a las características geográfico-climáticas que hacen de esta zona el entorno agrario por excelencia de la región, frente a un norte minero y pecuario altamente despoblado. Así, observamos cómo cerca de Antequera se subleva el albéitar de la localidad, a consecuencia de una condena dictada sobre el mismo por el alcalde de la ciudad en relación a un movimiento popular sedicioso, otra vez en verano, como ya sucediese en El Arahal y Utrera. Parte junto con algunos seguidores a la provincia de Córdoba, donde lo encontramos días más tarde rindiendo al cuartel de la Guardia Civil y reclamando suministros. Tras reunir un importante grupo, toma la localidad de Loja, donde subleva al pueblo y planta cara al Ejército, resistiendo por cuatro días, tras lo que decreta abandonar la ciudad y huir. Detenido y condenado a muerte, es indultado por el Ministro de Gobernación. Al ser preguntado por la motivación de sus acciones, este contestó que lo hacía “contra la monarquía” y por “la democracia”.

Con la sublevación de la leva en 1868 y una nueva revolución, conocida esta como La Gloriosa, se suceden desde el mismo día siguiente los alzamientos campesinos y la toma de tierras adquiridas por la burguesía tras las sucesivas amortizaciones en la provincia de Cádiz primero, Huelva y Sevilla después, y, de forma más excepcional, Málaga y Córdoba, aconteciendo en numerosas ocasiones en las mismas localidades que en el segundo cuarto del siglo. La reacción de los terratenientes no se hizo esperar, negándose a desempeñar cargos públicos y manifestando su enemistad con la Revolución; a ello siguió la del Gobierno, enviando al Ejército en defensa de los propietarios, que desalojaron a los campesinos de las tierras ocupadas y disolvieron las milicias que había participado en la consecución de la Revolución, a las que desarmaron no sin resistencia.

De esta forma quedaron sofocadas las diferentes revueltas que, sin embargo, volverían el año próximo a la provincia Cádiz, una vez más en verano, tras conocerse la continuidad de la monarquía, si bien en una nueva dinastía, por la decisión tomada en las Cortes constituyentes. El mismo general Prim afirma la coordinación y gran madurez de los insurrectos, a quienes reconoce como “gente del campo” armada, frente a la desorganización de la anterior revuelta y la participación en ella de parte del proletariado urbano, al menos del gaditano. Esta sucesión de contratiempos y desengaños pudo llevar al pueblo andaluz a renegar de los cauces políticos establecidos, siendo fundamental para allanar el camino a la entrada del anarquismo.

Además, en 1868 el italiano Giuseppe Fanelli ya había hecho su aparición en España, sembrando el germen de lo que aquí sería el anarquismo. Sus ideas no tardaron en impregnar la mente de quienes las habían escuchado, creyéndose iluminados por una verdad absoluta. En poco tiempo, estas llegaron a Andalucía, donde surgieron nuevos grupos en Arahal, Lora del Río y Arcos de la Frontera, a los que siguieron otros en la provincia de Cádiz y en las pequeñas poblaciones del bajo Guadalquivir. La idea era llevada de pueblo en pueblo por voluntarios que se ofrecían para transmitirla. Hacían reuniones, escuelas nocturnas para enseñar a leer, propaganda antirreligiosa, se fomentaba la comida vegetariana y la abstención alcohólica, llegándose en ocasiones a prohibir el tabaco.

A raíz de la expulsión de Bakunin y sus simpatizantes de la Internacional, éstos decidieron reunirse quince días después en Saint-Imier, en el cantón del Jura suizo. Allí asistieron los delegados españoles González Morago y Farga Pellicer, quienes volvieron entusiasmados y se apresuraron a convocar un Congreso Regional que habría de celebrarse el 26 de diciembre de 1872 en el teatro Moratín de Córdoba, al cual asistieron 54 delegados representando a los miembros de 236 federaciones locales y 516 sindicatos. Las conclusiones de Saint-Imier fueron aprobadas por unanimidad, dando lugar a la primera organización puramente anarquista en España, declarándose las secciones locales y sindicales “soberanamente independientes”, perfectamente libres de renunciar cuando gustasen a su adhesión a la Federación.

Pero en este mismo periodo, los bandoleros, héroes populares hasta entonces, se vuelven ahora contra los propios campesinos. Ante la venta de las tierras comunales, la presión de los mismos era creciente, una situación a la que había que ponerle freno. Así, entre 1868 y 1873, cada vez que un bandolero era detenido, los caciques forzaban su liberación para ponerlos a trabajar a sus órdenes, actuando como represores de aquellos que protestaban, generando un percance terrible contra los intereses de los mismos.

Como contraprestación al cambio de bando de los bandoleros, a partir de 1870 comienzan a unirse con las organizaciones obreras pequeños arrendatarios y aparceros, que a menudo se veían obligados a buscar trabajo asalariado para complementar sus ingresos, viéndose en una situación similar a la de los jornaleros, quienes habían protagonizado hasta entonces sus protestas, rechazando el trabajo a destajo y pidiendo el aumento del salario. Esta asociación fortaleció notablemente la lucha campesina. Sin embargo, muchos de ellos se veían obligados a buscar trabajo fuera de sus municipios, por lo que se veían distanciados de los intereses de los jornaleros. En Córdoba, en muchas asociaciones campesinas se modificó la definición de trabajador para que pudiesen participar pequeños empresarios empobrecidos, limitándose el acceso a aquellos que poseyeran menos de dos o tres hectáreas de tierra, quedando el resto excluido.

Con la llegada de la I República, Sevilla, Cádiz, Jerez y Málaga se declaran independientes. Del mismo modo hicieron, aunque sin éxito, Córdoba y Jaén. Los cantonalistas compartían muchos puntos con los anarquistas, como el anticlericalismo, manifestado en Sevilla con la conversión de la catedral en un café. Sin embargo, estos no tuvieron suficientes apoyos y, en el mes de julio, el general Pavía entró en Sevilla con un puñado de tropas, y con una mezcla de tacto y de firmeza restableció el orden en Andalucía.

Tras el fracaso de la I República, el 10 de enero de 1874, se decretó la disolución “por motivos de seguridad” de la Asociación Internacional de Trabajadores en España. Esto devolvió a la clandestinidad a los asociados, que crearon pequeñas sociedades secretas. En Jerez, la muerte de perros de guardia se extendió por la zona para que estos no pudieran ladrar a su paso, camino de las secretas reuniones nocturnas. Este periodo acabó en 1881 con la llegada al poder del gobierno liberal de Sagasta, legalizando los sindicatos y las organizaciones obreras. Al año siguiente, en 1882, se celebró un nuevo congreso en Sevilla, ante la perspectiva de pasar a la legalidad, limitando la lucha al debido uso de la huelga. Sin embargo, se presentaba un problema. La huelga, para realizarse efectivamente, necesitaba de un fondo económico para subsistir, algo que muchos campesinos andaluces no se podían permitir. Se buscó una forma de conciliación, pero un grupo autodenominado ‘los desheredados’, compuesto por varias secciones de Jerez y Arcos de la Frontera, abandonó la Federación en defensa de la lucha violenta. Además, a esta situación había que añadir la particularidad de la huelga en el campo en época de cosecha, ya que no supondría quedarse sin comer unas horas o días, sino probablemente el resto del año.

En esa época, en la cárcel de Jerez había más de cuatrocientos presos por asesinato o asociación ilícita en relación con los sucesos del campo, escogidos según parece arbitrariamente de entre los miles de militantes con que contaban las más de ciento cincuenta federaciones. Condenados por pertenencia a una organización secreta, por haber participado de sus acciones o de su presunto jurado popular, muchos fueron ajusticiados y otros muchos perecieron allí. La represión fue grande, pero hasta final de siglo se tiene constancia de nuevos levantamientos, como el de Jerez de 1891, motivado por la huelga de Barcelona, en la que en nombre de la revolución social los campesinos en armas tomaros la ciudad durante algunas horas, hasta que fueran desalojados con gran violencia por la policía y condenados a trabajos forzosos.

Por Carlos Albo Rodríguez, artículo publicado originalmente en The Social Science Post.