lunes, 24 de noviembre de 2014

Ciclo de proyecciones: II Temporada de Black Mirror



CNT-Jaén organiza un ciclo de proyecciones que consideramos muy interesante. En este caso, proyectaremos la segunda temporada de la serie británica Black Mirror

Con anterioridad, proyectamos las tres episodios de la primera temporada.

Todos los episodios tienen como fondo temático la relación entre tecnología y sociedad, evidenciando las posibilidades, sin duda distópicas, de algunas tecnologías que, a día de hoy, son tan imaginables como posibles.

Si queréis saber más sobre esta serie, podéis echarle un vistazo a este enlace

jueves, 20 de noviembre de 2014

En Grecia, el estado se hunde, los barrios se organizan

Entrevista realizada para el número 7 de la revista francesa «Z», perfectamente ilustrativa del proceso de organización autónoma de la población ante la descomposición y la quiebra del aparato estatal. El ejemplo es válido para cualquier otro país europeo; la diferencia sólo es de grado. Resaltemos las dificultades con que tropieza la autonomía: las inercias de una vida sometida a la mercancía, la costumbre del recurso al Estado, el egoísmo, la aparición de fascismos, la represión policial, la fatiga del sacrificio, etc. La vida libre no es un camino fácil, pero tampoco lo está siendo la vida esclava.
Publicado en Argelaga 5.
¿De dónde proviene el movimiento de las asambleas de barrio?

He de precisar que el movimiento es muy variado, que ha pasado por varias etapas y que por eso podría describirse de mil maneras diferentes. La idea de las asambleas de barrio se extendió masivamente tras diciembre de 2008. La muerte de Alexis y las semanas de revuelta, enfrentamientos y ocupaciones que siguieron, así como la agresión con ácido a la trabajadora del metro Konstantina Kuneva, fueron hechos que conmocionaron realmente a la sociedad. Las grandes características de aquella revuelta son, por una parte, la ausencia de reivindicaciones y de petición de reformas y, por la otra, el aspecto descentralizado en todos los barrios de Atenas y, a continuación, en todo el país. Después de diciembre de 2008, la dinámica de las acciones y enfrentamientos en los centros de las ciudades llegó al límite y se desplazó a los barrios. Con las asambleas, la idea del comienzo consistía en dotarse de espacios de encuentro, sin tener en el pensamiento nada en concreto, excepto la voluntad de buscar algo colectivamente. Era una manera de prolongar las relaciones que se habían creado durante la revuelta. Muchas de las asambleas se formaron entonces, pero solamente cuatro de ellas siguen funcionando sin parar. Las demás reaparecen cuando el movimiento social despierta de nuevo, como sucede hoy o sucedió en 2011, cuando llegaron a existir en Atenas alrededor de cuarenta.

¿Puedes hablarnos de la asamblea en la que participas?

La asamblea de Vyronas, Kasariani, Pagrati (VKP) se implantó en barrios históricamente muy populares: uno de ellos era el antiguo barrio rojo durante la Resistencia, el barrio que los nazis jamás pudieron conquistar. Esta tradición se rompió con el paso de los años por culpa del aburguesamiento de la población, aunque también porque el Estado instaló allí un cuartel de la policía armada. Hoy los tres barrios son de gente heterogénea, pero en general son más bien lugares acomodados. En VKP hubo asambleas antes de 2008, creadas a raíz de luchas relativas a los espacios públicos. La primera se celebró para oponerse al proyecto de construcción de un teatro en medio de un parque. Además de la cementación que implicaba –Atenas es una de las ciudades con menos espacios verdes de Europa- los habitantes sabían que el teatro se alquilaría a empresas privadas que pondrían por las nubes el precio de las entradas. Gracias a su movilización, el proyecto no se llevó a cabo y la asamblea continúa, incluso hoy en día, organizando actividades infantiles, campeonatos de baloncesto y un café a precios libres en el parque cada primer domingo de mes. Asimismo intervienen de manera muy activa en la vida del barrio distribuyendo propaganda militante en las escuelas, organizando fiestas populares con los inmigrantes y también acciones solidarias con las personas detenidas en las manifestaciones durante las huelgas generales. Hubo otra lucha que reunió a mucha gente: la oposición al proyecto del túnel y de los cruces de autopista abocado a destruir una parte de la montaña Ymyttos, uno de los últimos espacios verdes de la ciudad, situado al este del centro. Hubo muchas manifestaciones alrededor de la montaña, bloqueos de la circunvalación y acciones en los peajes, con el resultado del abandono del proyecto. En VKP la gente tenía esas experiencias como base. Después, durante las revueltas de diciembre de 2008, ocuparon un centro municipal para jóvenes durante unos días y convocaron rápidamente la asamblea. Tras las asambleas semanales en los tres barrios, la gente decidió alquilar un local. Actualmente participan unas treinta personas, cifra más o menos estable hasta hoy.

¿Qué clase de acciones estáis organizando?

Nos implicamos en dos tipos de acción: por un lado, nos defendemos contra los ataques del sistema y, por el otro, elaboramos proyectos y formas de vida que nos parecen deseables. Por ejemplo, en 2010, hubo un primer intento de coordinación con otras asambleas y colectivos libertarios, que intervenían en las luchas de sus barrios contra el aumento del precio billete del transporte público. Se coordinaba de modo que simultáneamente cada asamblea organizara concentraciones en las estaciones de metro y autobús. Se distribuían panfletos, se saboteaban las máquinas de validación y se proponían autorreducciones para cuestionar el discurso de la autoridad, que consistía en decir que el transporte público era una mercancía más que necesitaba ser rentable. Se intentó conectar con los trabajadores de los transportes públicos, pero era difícil. Las gentes de Alba Dorada –el partido griego neonazi- tienen bastante influencia entre los sindicatos de conductores de autobús. Después, participamos en todas las huelgas generales desde 2010, que fueron reprimidas severamente. Durante el transcurso de una de ellas, los maderos atacaron la marcha de las asambleas de barrio, enviando a urgencias a una persona que estaba en coma, y casi se muere, otras resultaron gravemente heridas. Esos momentos nos acercaron mucho unos a otros y consolidaron nuestra determinación. Se bloqueaban los supermercados y los centros comerciales del barrio para hacer de la huelga una huelga de verdad, sin que nadie consumiera. También intentamos rodear el Parlamento cuando los diputados votaban la segunda ronda de medidas de austeridad. Las asambleas de barrio desempeñaron un papel importante en esta movilización. Además, intentamos mantener una presencia permanente en el barrio, organizando manifestaciones, un comedor colectivo y cultivando un huerto ocupado con vistas a la autosuficiencia alimentaria. Asimismo se celebra un mercadillo de trueque una vez al mes en diferentes plazas. También disponemos de un local con una biblioteca a disposición del barrio, en el que organizamos diversas actividades, proyecciones y debates.
Todas las acciones persiguen romper con el individualismo y el pesimismo que se han adueñado de Grecia con la crisis, luchar contra el canibalismo social que el Estado promueve indirectamente como solución a la crisis. Mediante estas prácticas, se busca favorecer el desarrollo de relaciones basadas en la igualdad y la solidaridad. El barrio es un espacio muy fértil para ello, tanto más cuanto que en Atenas los espacios se mantienen bastante mezclados socialmente, lo cual permite establecer relaciones inesperadas.

¿Cómo te planteas el problema de la subsistencia alimentaria?

El problema se planteó desde que comenzaron a funcionar los comedores colectivos. Se entró en contacto con otras asambleas con preocupaciones similares y, durante ese tiempo, se ocupó un gran espacio en un barrio vecino: una villa con terreno cultivable. Decidimos convocar una nueva asamblea dedicada enteramente a la cuestión. Esa misma asamblea se encarga ahora de cultivar la tierra con el objeto de abastecer a los comedores colectivos de los cuatro barrios que asumieron el proyecto. Nos encontramos todavía lejos de la autonomía alimentaria, pero es un primer paso. Dicho esto, el huerto está amenazado de desalojo. Las expulsiones de espacios ocupados, como por ejemplo en Villa Amalias y Skaramaga, se multiplican en Atenas desde principios de 2013.

Nos han hablado mucho de la polarización de la sociedad griega. ¿Os percatáis de ello en vuestra asamblea?

Determinadas personas se presentan allí con la idea de que hay demasiados inmigrantes en los barrios y de que hay que hacer algo al respecto. Es un riesgo que se corre al participar en movimientos abiertos. A veces también se dan reacciones sexistas durante las acciones. El único medio de luchar contra ello es hablando entre todos. La mayor parte del tiempo la gente lo entiende y si no, se aparta y se va. En cambio, en una asamblea de barrio que lucha contra las antenas parabólicas, dos fascistas vinieron sin decir que pertenecían a Alba Dorada. Lo supimos porque en un barrio pequeño todo el mundo se conoce. Lo único que había que hacer era decirles que no eran bienvenidos.

¿Tenéis que véroslas a menudo con Alba Dorada?

Desde que entraron en el Parlamento, y gracias a las ayudas que reciben por ello, Alba Dorada abrió locales en toda Grecia. Cada vez que inauguran una nueva sede se convocan concentraciones de protesta que, con frecuencia, acaban en enfrentamientos con la policía. Sin la protección policial, los fascistas no conseguirían mantener su presencia en los barrios. Felizmente, por el momento, sólo tienen dos comisiones de barrio verdaderamente activas en Atenas. En ciertos barrios populares como los del oeste, cerca del Pireo, tienen una relativa influencia. Pero allí las asambleas de barrio se enfrentan con ellos abiertamente. En nuestro barrio no existe ni presencia fascista ni caza del inmigrante, pero ello es debido, en parte, a nuestra implantación y presencia contínua. Según mi opinión, la lucha antifascista consiste más en impulsar tus propias estructuras y el mundo que propones –que en esencia es fundamentalmente antifascista– que en denunciarles con discursos.

Nos has mencionado la primera ola de asambleas después de diciembre de 2008 ¿Cuáles han sido las demás iniciativas de reagrupamiento en los barrios?

En mayo de 2011, siguiendo los pasos del movimiento de los indignados y de la ocupación de la plaza Syntagma, en Atenas hubo una segunda oleada de asambleas. En nuestro barrio, militantes de una parte de la izquierda radical llamaron a la creación de otra asamblea en la también que participamos. Pero pronto surgieron fuertes deferencias entre nosotros. Si tú quieres crear un espacio de diálogo con gente que actúa de forma dirigista y paternalista, tendrás conflictos a la fuerza. Durante ese periodo bombardearon las asambleas con reivindicaciones del tipo nacionalización de la Banca. La gente que buscaba un debate abierto se desinteresó rápidamente y esta segunda oleada no duró demasiado. Las asambleas controladas por los izquierdistas no pudieron o no quisieron ir hacia reivindicaciones concretas ligadas a la salud, a la educación o a la subsistencia. En resumen, no trataron de promover otra manera de vivir, lejos del sistema capitalista que se está hundiendo a nuestro alrededor. ¿Hace falta nacionalizar la Banca? No es la pregunta correcta, a mi parecer. Una tercera oleada de asambleas tuvo lugar cuando el Estado acopló una tasa territorial extraordinaria a la factura de la electricidad: “a quienes no paguen la tasa, se les cortará la corriente”. La tasa y los intentos de hacerle frente han acentuado las diferencias entre las asambleas. Algunas acogieron a gente preocupada con los cortes que simplemente pedían a los reunidos más significados políticamente que resolvieran el problema. Algunos aceptaron representar el papel que se les proponía, aunque esto implicara el abandono de la organización horizontal en provecho de la lógica de la delegación.
Nuestra asamblea también hizo un llamado a organizarse en el asunto de las tasas. Es muy dinámica y actúa de modo muy radical: no ha de haber cortes en nuestros barrios, sea por impago de la tasa o por cualquier otro motivo. Para nosotros, la electricidad es un bien vital.
La asamblea se desplazó hasta las oficinas fiscales y obligó a largarse del barrio a la empresa subcontratada para los cortes. Después, fuimos a la sede local de la compañía de electricidad para cortarle la corriente. Hoy en día, se han montado patrullas en el barrio para impedir a los técnicos de la empresa que corten la corriente. Es ahora, junto con la lucha antifascista, la lucha principal que llevan a cabo las asambleas.

¿Puedes hablarnos de los movimientos que os influyen?

El movimiento de las asambleas de barrio debe mucho a lo que pasó en Argentina. Aunque no haya una referencia directa, la influencia es real. Durante las primeras huelgas generales, la experiencia Argentina nos alentaba, tanto como después lo hicieron Túnez y Egipto. Otra influencia importante fueron los movimientos de autorreducción en Italia en los años setenta: los grupos que se organizaban para no pagar el alquiler, la electricidad o el transporte. En nuestra asamblea, particularmente, mucha gente se inspiró en la lucha zapatista de Méjico y su búsqueda de la autonomía. Participamos en acciones de solidaridad con esas luchas en nuestro barrio.
Una cosa común a todas estas fuentes de inspiración, presente en las asambleas, es la voluntad de organizarse horizontalmente, sin partidos políticos: aunque hayan militantes de partidos, éstos no participan en las asambleas sino como individuos, sin etiquetas. Las bases políticas son la autonomía y la voluntad de crear estructuras fuera del capitalismo, fundadas en el reparto y la solidaridad. En nuestra asamblea, existen bases que se han establecido tras largas discusiones. Se busca siempre un consenso para hallar la manera de avanzar juntos.
En Grecia, se cree mucho menos en las instituciones, en la idea del contrato social y la representación, que en Francia. Es un terreno fértil tanto para los ideales antiautoritarios como para los hiperautoritarios. Aquí es más fácil que en Francia asociarse en bases comunes con gente de diverso recorrido político. Por el contrario, el peligro de convertirse en un grupo cerrado está ahí: encontrar la manera de abrirse a los recién llegados es una tarea constante.

¿Cuál es el balance que haces de los cuatro años de existencia de tu asamblea? Y ya en general, ¿cuál es tu balance de las asambleas de barrio?

No resulta fácil decirlo. Después de la revuelta de 2008-09 estamos continuamente corriendo en pos de la actualidad. Lo que las asambleas de barrio aportaban de nuevo, como posibilidad, era precisamente no limitarse a reivindicar las cosas que te quitan y avanzar hacia el mundo al que se aspira. Pero los obstáculos son numerosos y la represión que sufren los militantes políticos, el ascenso de Alba Dorada, la explosión del paro y la violencia repetida contra los inmigrantes impiden dedicarse a un programa como si no pasara nada.
Uno de los puntos débiles del movimiento es que los momentos de empuje nunca han desembocado en resultados concretos. La asamblea de las asambleas de barrio fue uno de esos momentos. En noviembre de 2011 se reunieron todas las asambleas existentes: cuarenta en Atenas, con cuatrocientos representantes y una buena dinámica. Pero perdió fuelle pronto. No se llegan a victorias concretas y eso decepciona, creando una sensación de derrota muy presente en la actualidad. La sensación proviene también del hecho de que las asambleas de barrio todavía no se vislumbran como soluciones viables para organizar la vida cotidiana.
La voluntad de crear estructuras fundadas en la autoorganización y la autonomía plantea numerosas cuestiones: ¿cómo construirlas superando la lógica de la caridad y la filantropía? ¿Cómo crear tu propia autonomía en un entorno donde todo te ha sido robado, donde no puedes producir por ti mismo nada, especialmente en el ámbito urbano? ¿Qué es lo que hay que hacer para que la gente participe realmente? Cuando se organizan comedores populares o mercadillos de trueque, hay que explicar constantemente que no se trata de un vulgar servicio de distribución. Creo que no existe una respuesta convincente en relación con esto, hay que tener paciencia. Tal como lo veo, en las asambleas muy masivas la gente se inclina a delegar las tareas en otros y a aceptar la representación de un grupo reducido, cuando a más relaciones personales y más contactos, lo que corresponde es mayor igualdad en la participación. Es cuestión de relaciones. Pero raros son los que piensan que podemos vivir sin ayuda de nadie en base al consenso y al diálogo, que podemos apropiarnos de nuestras vidas.
Sin embargo, me da la impresión de que, a medida que el Estado y el sistema económico quiebran, se derrumban, más “zonas grises” se desarrollan y otros modos de organización y de relación son posibles. El papel de las asambleas será crucial en todo esto. No solamente hay que mantener el brasero encendido, sino que hay que hacer que el fuego dure más tiempo. Nuevas estructuras aparecen en Grecia cada mes. Desde esa perspectiva, el movimiento anda por el buen camino.

domingo, 16 de noviembre de 2014

El negocio oculto de las cárceles españolas


(Sillas en un patio de la cárcel de Villabona. El Corte Inglés es el gran suministrador de material a las prisiones, donde tiene mano de obra muy barata. Foto / Mario Rojas.)
Grandes empresas, como El Corte Inglés, Banco Santander, Telefónica o ACS, y muchos Ayuntamientos, se benefician del trabajo, apenas remunerado, de miles de presos de las cárceles españolas. También la familia Pujol-Ferrusola, que tiene tras las rejas otro de sus oscuros negocios.

Fernando Romero / Periodista.

El mundo de las cárceles en España es un tema tabú, del que muy poca gente, salvo los que tienen familiares dentro, conoce su verdadera realidad. Como ocurre en nuestro mundo, del sufrimiento de los demás siempre hay alguien que obtiene provecho económico. Eso ocurre también intramuros. Los presos se han convertido en los nuevos esclavos del siglo XXI porque el Estado de Derecho se suele estrellar con los muros de las prisiones, como dice en una entrevista en este mismo número la abogada Charo González.

El negocio de las cárceles ha sido denunciado en numerosos foros de Internet, en publicaciones radicales o de apoyo a presos y en blogs de escasa repercusión. Los medios de masas casi nunca recogen noticias que pongan en duda a la institución penitenciaria. Sin embargo, lentamente, gracias sobre todo al testimonio de presos y organizaciones humanitarias o de apoyo a los reclusos, va emergiendo la información a la superficie.

El Organismo Autónomo de Trabajo y Prestaciones Penitenciarias (OATPP), dependiente de Instituciones Penitenciarias, funciona como una empresa de trabajo temporal (ETT) y tiene a más de 12.000 presos trabajando en unos 200 talleres. A ellos hay que sumar los que están bajo el control del CIRE (Centro para la Iniciativa de la Reinserción) de la Generalitat catalana, que va por libre. Los internos están cobrando sueldos ínfimos, no tienen derechos laborales y están generando una producción por valor de millones de euros con grandes beneficios para las empresas que los utilizan y que además tienen la ventaja de que se ahorran el pago de luz, agua, teléfono e incluso parte de las cuotas de la Seguridad Social, que corren a cuenta de la Administración; y todo ello gracias a los convenios con la OATPP.

El número de reclusos “trabajadores” aumenta año a año y se ha multiplicado por tres en tan solo una década. En teoría estos organismos que contratan presos para el exterior hablan de “programas de reinserción”, aunque lo cierto es que se ha convertido en un negocio lucrativo para muchas empresas. En la  memoria de Instituciones Penitenciarias de 2012 se mencionan unos beneficios en todo el Estado de cinco millones de euros (con ventas de 162 millones) gracias a la actividad productiva de los internos de todas las prisiones: un total de 12.217, de los cuales 3.119 producían para empresas privadas.

Cien empresas, quinientos clientes

Amadeu Casellas estuvo preso en las cárceles españolas durante más de veinticinco años y acaba de publicar el libro Un reflejo de la sociedad. Crónica de una experiencia en las cárceles de la democracia, en el que denuncia con nombres y apellidos a los que se enriquecen con los reclusos. Entre ellos están la familia Pujol-Ferrusola, Telefónica, El Corte Inglés, ACS, el Banco Santander y Ayuntamientos de toda España, pero hay muchos más.

El más llamativo es el de la familia Pujol-Ferrusola, porque entre sus negocios también está este penitenciario, aunque no ha salido a la luz tras destaparse el escándalo sobre las actividades de la saga. Marta Ferrusola, esposa del ex presidente Jordi Pujol, estuvo en la directiva del CIRE a finales de la década de los noventa, aunque nunca se la veía por su despacho. El ex recluso Amadeu Casellas la denunció en su día sin éxito ante la Fiscalía porque decía que cobraba un “sueldazo” sin acudir a su puesto de trabajo. Por otro lado está la empresa Servivending, que suministraba productos y máquinas expendedoras al CIRE y que al parecer fue puesta en marcha por uno de los hijos de Jordi Pujol, aunque actualmente solo aparece como administrador único Manuel Antolín Aznar.

Según fuentes que investigaron al CIRE, la familia Pujol estuvo desde el principio en esta entidad. Se les conoce también un negocio de flores dependiente de esta institución. Estas iniciativas pronto pasaron a otras manos porque, según las citadas fuentes, “los Pujol ponían en marcha el negocio y luego lo vendían”.

El Corte Inglés se enriquece con los presos por partida doble. Por un lado los tiene trabajando para sus tiendas en unas condiciones precarias y por otro lado son luego los propios reclusos los que adquieren esos productos. La multinacional de Isidoro Álvarez suministra sábanas, mesas, camas, bandejas de comida, sillas, ropa para penados y funcionarios, mantas, colchas y hasta los lotes higiénicos. Y son los presos los que están fabricando todo el material textil con sueldos que no pasan de 200 euros al mes. También Correos usa presidiarios como mano de obra, cobrando menos de 12 euros por ocho horas de trabajo.

Otras muchas empresas y sectores se nutren de la mano de obra barata de las cárceles. Por ejemplo, el de fabricación de automóviles. En las cárceles se fabrican los salpicaderos de Seat, Volvo y Renault. También se producen las pastillas de frenos de casas muy conocidas como Jurid. En Lleida los presos le fabrican a la bodega Raimat cajas de fruta de madera y cartón. Hay imprentas donde se hace casi todo el material de los juzgados y audiencias de Cataluña. En Girona, los presos confeccionan con sus manos los álbumes de fotos que fabrica la empresa Manuart.

Otro de los que saca tajada del negocio de las cárceles es el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, a través de su empresa ACS. Construye las cárceles y después cobra el alquiler, como es el caso de Brians 2, la prisión de Manresa, la de Figueras, la de Tarragona y muchas más por todo el territorio español. Por cada una de ellas, dice Casellas en su libro, “cobra al mes más de un millón de euros”. Florentino Pérez fue uno de los constructores que se benefició del Plan de Creación y Amortización de Centros Penitenciarios que supuso la construcción de 46 nuevas infraestructuras penitenciarias en el periodo 2006-2012, con una inversión de 1.647,20 millones de euros, además de otros 1.504 millones ya aprobados por anteriores Consejos de Ministros. Otras empresas que también se han beneficiado son COMSA y Ferrovial. De la primera, su consejero delegado es Josep Miarnau, mientras que Ferrovial está presidida por Rafael del Pino Calvo-Sotelo. También participan del reparto del pastel FCC, grupo de empresas de las hermanas Koplovitz.

Otros productos que hacen los presos son los mosquetones para practicar la escalada y el rápel. También hay trabajos para empresas externas de carpintería metálica, confección industrial o cultivo en invernadero, a los que hay que añadir las tareas para las propias prisiones, como cocina, panadería, mantenimiento, jardinería y lavandería.

Telefónica hace también negocio a costa de los presos, pues mantiene una situación de monopolio. Ello es posible porque todos los reclusos deben comprar obligatoriamente las tarjetas de Telefónica para llamar a su familia, amigos, abogados, etc. Cada tarjeta cuesta un mínimo de 5 euros y pueden hacer dos llamadas a móvil si llaman dentro del territorio español. Si es al extranjero, el coste de la llamada se dispara. Los presos pueden llamar cinco veces a la semana con un coste mínimo de 10 euros semanales por preso. Como en España son más de 60.000, calcúlense los beneficios.

En Euskadi los presos trabajan para Eroski y Citroën. En Cataluña el Grupo Codorniu tiene a condenados trabajando para bodegas de Lleida. Otras empresas que utilizan la mano de obra barata de los presos son Saveco, Valeo (automóviles) y Asimelec (electrónica y comunicación).

Además OATPP tiene contratos con Ayuntamientos de toda España y todo signo político. Las Cámaras de Comercio de muchas provincias firman convenios con esta entidad. También tiene convenio con las cárceles la Confederació d’Associacions Empresarials de Balears (CAEB).

Se calcula que más de 100 empresas y 500 clientes particulares contratan presos, aunque la cifra real es difícil de conocer ya que los datos no se hacen públicos y no aparecen en el BOE. En este sentido hay que mencionar al blog en apoyo a los presos, Punto de Fuga, que está haciendo un meticuloso trabajo de investigación sobre estas empresas.

Las denuncias sobre explotación de presos empiezan a ser cada vez más numerosas. La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía informó recientemente de que unos 12.000 reclusos están empleados en la cárcel con sueldos de hasta 0,5 euros a la hora y entre 80 y 300 euros al mes. Señalan que la vulneración de derechos laborales de los presidiarios es “un problema casi desconocido” que niega horas extra o vacaciones y “aporta un subsidio de desempleo máximo de 100 euros”.

Otras fuentes coinciden en que los presos empleados no tienen pagas extraordinarias, horas extra o vacaciones ni por supuesto posibilidad de denunciar su situación a través de los sindicatos, porque éstos están ausentes de las cárceles.  Al obtener la libertad, por haber cotizado, no disfrutan del subsidio de excarcelación –426 euros, hasta en 18 meses– sino de la prestación por desempleo que apenas llega a los 100 euros, por lo que muchos internos prefieren no trabajar. Los salarios, según estos informadores, oscilan entre los 120 a los 150 euros al mes, con horarios de 8 horas diarias, cinco días a la semana.

El Banco Santander hace caja

Valentín Matilla González es un ex recluso que estuvo tres años en Villabona (Asturias) y fue excarcelado en noviembre de 2013. Corrobora lo que publica Casellas: “Hay negocios en todas las cárceles, pero solo algunas se consideran ‘productivas’, porque fabrican para empresas”. No es el caso de la prisión de Villabona, pero sí, por ejemplo, de la del Dueso (Cantabria), “a la que todos quieren ir porque trabaja con muchas subcontratas y hay mucha indigencia. Para que te trasladen tienes que portarte bien y por supuesto hay tráfico de influencias”.

Habla de El Corte Inglés, el suministrador “oficial” de los objetos de consumo de los presos: “Si un interno quiere tener una televisión, no puede ir al mercado libre, sino que tiene que comprarla en El Corte Inglés”. El sistema es el siguiente: aparece por las cárceles cada 15 días lo que los internos llaman “el demandadero”, que recoge las necesidades de productos y objetos de los reclusos. Luego acude a El Corte Inglés a por ellos.

También el Banco Santander se beneficia de una situación de monopolio porque los presos solo pueden tener sus ahorros en la entidad de Botín. Incluso, si se mandan transferencias, tienen que ser a través de este banco.
Los presos gastan e ingresan a través de una tarjeta vinculada al Santander. Pueden ingresar un máximo semanal de 100 euros, lo que ocurre habitualmente los miércoles. Si, por ejemplo, el ingreso se hace un jueves, hasta el siguiente miércoles no se cobra, “así que imagínate qué negocio hace el Santander con el dinero de todos los presos de España durante los días que no pueden hacer uso de él”.

Matilla conoció a muchos presos que venían de otras cárceles españolas y le contaron los negocios de cada localidad. Pone el caso de Alcalá-Meco, en el que un director trasladó la panadería de la prisión al exterior para aumentar el negocio.

En el Centro de Integración Social (CIS) de Villabona se preparan los destinos remunerados para algunos internos. Por ejemplo, para el sector  de limpiezas, en el que la remuneración es de 150 euros mensuales. En la cocina las condiciones laborales “son un escándalo”, según Matilla, en referencia a las largas jornadas y la escasa remuneración. Luego están los cursos de jardinería remunerados que se realizan a través de convenios entre instituciones penitenciarias y muchos Ayuntamientos españoles. Los presos aseguran que no existen tales cursos, sino que son enviados a trabajar igual que los empleados municipales, cobrando unos 300 euros mensuales con la misma jornada laboral que sus compañeros; además, aseguran, tienen que pagarse el transporte.

El Ayuntamiento de Langreo fue el primero de Asturias que firmó un convenio con la prisión de Villabona a través del CIS. En teoría los reclusos trabajan en un taller de formación para aprender un oficio y luego reinsertarse en la vida laboral. Lo cierto es que no es así. Son peones utilizados (sin recibir ninguna formación) en las tareas de jardinería del Ayuntamiento. No está con ellos ningún monitor o formador sino que son grupos de 3-4 personas acompañados de un empleado municipal que les indica la tarea a realizar.

Los presos con los que contactó esta revista aseguran que para este tipo de trabajos no se hacen nóminas sino que “te dan un papel de mala manera”. En Villabona, dice Matilla, los destinos remunerados “los maneja un tipo, la mano derecha del director de seguridad, que por supuesto funciona por medio del tráfico de influencias, con sus chivatillos y una cola de gente esperando para que les reciba y les de un trabajillo”.

Antiguamente había economatos que ahora han pasado a denominarse “boutiques”. Este cambio de nombre ha supuesto simplemente un aumento de precios de los productos que se venden.

Funcionarios a cuerpo de rey

Pero no son solo los empresarios los que sacan tajada de los presos. También se benefician muchos funcionarios de prisiones, que utilizan entidades públicas, como el CIS o el CIRE, desde las cuales se mueven todos estos negocios, muchas veces camuflados como talleres de formación, y cuya filosofía empresarial no es por supuesto explotar a los presos sino “integrarles en el mundo laboral”.
Según Casellas los empleados del CIRE “viven a cuerpo de rey y son parte del entramado que explota a los presos”. ATLÁNTICA XXII intentó ponerse al habla con Instituciones Penitenciarias para preguntar sobre estas denuncias, aunque indicaron que por “vacaciones” nadie podía atender a la llamada de la revista. Lo mismo ocurrió con otro de los organismos denunciados por Casellas en su libro, el CIRE. Su directora, Elisabeth Abad i Giralt, eludió contestar a las preguntas de esta revista, aunque desde  el gabinete de prensa mandaron un mensaje en el que afirmaban que el CIRE tiene un objeto más social que económico y que “es una empresa pública de la Generalitat de Catalunya que se ocupa de la reinserción de las personas privadas de libertad, mediante la formación en oficios y el trabajo penitenciario”.

            

 PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 34, SEPTIEMBRE DE 2014