jueves, 13 de octubre de 2011

80 años de la huelga anarco-sindicalista en Telefónica


El primer conflicto laboral de la CNT desde la proclamación de la república supuso para los anarcosindicalistas la constatación de que había cambiado el régimen pero no las condiciones de la clase trabajadora. La república de la ilusión comenzaba a volverse “realista”.

Antecedentes

Durante la dictadura del general Primo de Rivera los servicios telefónicos del Estado fueron dados a una empresa estadounidense la American Telephone and Telegraph (ATT). El contrato mediante el cual se establecían las condiciones para dar el servicio, eran extremadamente favorables a la compañía y fueron consideradas como un auténtico abuso de poder. Entre otras cosas, la Compañía quedaba exenta del pago de toda clase de impuestos y tributos del Estado.
Por ello, la situación de la Compañía de Teléfonos de España fue un argumento más con el cual los republicanos atizaban a la débil dictadura i decadente monarquía española. En abril de 1930 el socialista Indalecio Prieto en una conferencia en el Ateneo de Madrid prometió que una vez proclamada la república esta declararía el contrato y las condiciones ilegales. Llegó a decir que la situación de la Telefónica y de sus trabajadores era la de una colonia de Estados Unidos.
El ambiente en la empresa era tenso y antes de la proclamación de la república hubo un conato de huelga, se habían producido numerosos despidos, pero el Comité revolucionario, que trabajaba por el cambio de régimen, hizo desistir a los trabajadores.
Después del 14 de abril de 1931 y con la república proclamada la situación seguía igual. O mejor, si tenemos que dar crédito a las palabras del representante más acreditado de la compañía que declaraba sin tapujos: “A mi compañía le han ido mucho mejor los negocios que ha establecido en las repúblicas, que no en las monarquías (...) Usted no sabe la fuerza que tiene un cheque en blanco, con una firma solvente en esta clase de repúblicas”.
Con la llegada del nuevo régimen la mayoría de los obreros de teléfonos se afiliaron a la CNT creando el Sindicato Nacional de Teléfonos. Ello supuso un cambio en las relaciones laborables dentro de la Compañía de Teléfonos de España. Hasta el momento no había existido ningún sindicato de teléfonos y, como era lógico, las reivindicaciones laborales no tardaron en surgir. La empresa habituada a hacer y a deshacer a su antojo las rechazó de plano negándose a cualquier negociación.

La huelga

A principios de 1931 se había creado en Barcelona el Sindicato Nacional de Comunicaciones y el 11 al 16 de junio de 1931 se celebró el III Congreso de la CNT.
Como hemos dicho más arriba, la tensión entre la patronal y los sindicatos eran grande puesto que la primera se negaba a negociar con los obreros. Dispuestos a ganar sus derechos los obreros de la CNT, en principio solo ellos, se declararon en huelga el 4 de julio. De los 7000 empleados, 6200 se declararon en huelga. La intención era paralizar el
servicio de telefonía y hacerse oír. La huelga fue un éxito rotundo en Sevilla, Zaragoza y Barcelona, de desigual resultado en el resto del Estado. Los socialistas, en el poder, optaron por intentar paliar los efectos y enviaron afiliados a la UGT a prestar sus servicios a ciudades como Madrid y Barcelona para intentar restablecer la normalidad.
Se trataba de proteger los intereses de una compañía extranjera y dar un mensaje de “estabilidad” a los posibles inversores de la joven república. Los socialistas incluso llegaron a acusar a los huelguistas de intentar sabotear la celebración de las elecciones a Cortes. Los antiguos compañeros de conspiración pronto olvidaron a sus aliados y sus promesas.
El 7 de julio son detenidos los miembros del comité de huelga. Se producen actos de sabotaje: el dia 9 se cortan las líneas de conexión internacional, una bomba daña la central de Sevilla y fueron voladas las antenas de la compañía en Amposta. El 17 de julio son detenidos en Vizcaya varios simpatizantes con los huelguistas acusados de sabotaje.
El 22 de julio se producen sabotajes en Murcia y Barcelona. En Barcelona los saboteadores cortaron el tráfico y retuvieron a los peatones a una distancia prudente para que nadie sufriera daño mientras explosionaba la bomba.
Por otro lado, el nefasto ministro de gobernación Miguel Maura no cejó de utilizar cualquier medio para reprimir a los huelguistas. Esto dio como resultado el hecho de que se disparase contra los obreros sin mediar previo aviso.
Ante este hecho, el resto de los trabajadores que se habían mantenido al margen se unieron a los huelguistas de la CNT. Viendo que el conflicto se les iba de las manos, los socialistas propusieron que mediara el Gobierno. El ministro de Comunicaciones era el socialista Fernando de los Ríos. La CNT aceptó este arbitraje. Después de diversas reuniones
el ministro dictó un laudo, en gran parte favorable a la empresa, en el que se reconocía el derecho a los obreros de tener un contrato de trabajo. Como el arbitraje había sido aceptado por las dos partes se esperaba un acatamiento por parte de la empresa cosa que no sucedió. Según Abel Paz fue la lucha en la historia sindical de la CNT que más atentados y sabotajes se han realizado.
El resultado final de la huelga arrojó un resultado final de 2000 detenidos y el éxito de la acción conjunta de la UGT y el gobierno que lograron normalizar los servicios después de varios meses de huelga.
La CNT había mostrado su fuerza y el Estado tomó buena nota de ello.
La Compañía de Teléfonos había sufrido pérdidas por valor de ocho millones de pesetas y para muchos la república había dejado de ser “ de trabajadores”.
El diputado Ángel Samblacat preguntó en las Cortes: "¿No había dicho el actual ministro de Hacienda- Indalecio Prieto- en su conferencia del Ateneo que el contrato con la Telefónica había sido un atraco y un latrocinio? Pues en todas partes a los que se oponen al robo, a los que persiguen el robo se les llama representantes de la justicia, y sólo en este país a esos representantes de la justicia, que ahora son los huelguistas de la Telefónica, se les amenaza con fusilarlos si nada más se suben a un árbol..."
La CNT no olvidó el conflicto y en abril de 1936 volvió a plantar cara a la empresa ganando esta vez el conflicto obteniendo la readmisión de los anteriormente despedidos y una indemnización para ellos.


Extraído de Periódico CNT

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